
Máquina de coser zapatos
División sexual del trabajo
En Torrent, a mediados de siglo veinte se desarrolló una industria zapatera que empleaba mujeres a domicilio. Las piezas de piel que compondrían los zapatos eran troqueladas en la fábrica por operarios masculinos y distribuidas entre las “aparadoras”, mujeres que trabajaban en su casa o en la de otra cosiendo las piezas en máquinas como estas. Era un trabajo a destajo, cobraban por pieza realizada. Generalmente las jóvenes aprendían en casa de una mujer experta que las empleaba durante un tiempo. Una vez formadas, conseguían su propia máquina, bien pagando a plazos o adquiriéndola de segunda mano, y se emancipaban. Este trabajo realizado en el hogar no estaba legalmente reconocido y, como otros realizados por mujeres, tenía la consideración de “ayuda” a la economía familiar. Trabajar a domicilio permitía a las mujeres ocuparse de las tareas consideradas como propias de su género (mantenimiento del hogar, crianza de los hijos…).